La llamada

Vivo en Valdemoro desde hace veinte años pero vine a España hace más de cuarenta. En aquel tiempo tan remoto ganaba la vida dando clases de inglés en la capital. Y en mi tiempo libre empecé a modelar el barro y hacer figuras. Quería ser escultor. Tuve suerte en encontrar a un maestro que me enseñó cómo trabajar el mármol, y estuve con él durante tres años y medio, tallando mis primeras figuras.

Eran toros.

Escultura en mármol rojo alicantino
Escultura en mármol gris calatorao
Relieve en escayola

Tuve una afición que bordaba la pasión. Asistía a todas las corridas de Las Ventas y la Plaza de Vista Alegre, y cogía en la Puerta del Sol los autocares de los aficionados que viajaban a los pueblos de alrededor para asistir a sus festejos taurinos. Los viejos compañeros de viaje me enseñaron mucho, no solo de toros, sino también de la vida apasionante de España.

Observando los toros en la Venta del Batán, Madrid (años setenta)

Me hice socio de la Asociación de Pintores y Escultores y participé en varias exposiciones colectivas, con alguna mención especial de premio. Mi figura de mármol más grande hasta entonces fue expuesta en el Palacio de Cristal del Retiro. Llegué a tener una exposición individual con gran éxito en la Casa Americana de Madrid.

Por las noches, al salir de mis clases de inglés, iba corriendo al Círculo de Bellas Artes para dibujar los modelos vivos que allí posaban.

Y en la fundición Codina Hermanos trabajé para la elaboración de mis primeras figuras en bronce.

El bostezo (bronce)
Foto de José Luis Rodríguez Leal
This image has an empty alt attribute; its file name is image-4.png
Chico sentado, bronce
Demonio (bronce)
Foto de José Luis Rodríguez Leal

Con la ayuda de una pequeña herencia de mi esposa, compramos una casa baja en Seseña Viejo, que pensaba utilizar como taller para la realización de mis estatuas de mármol.

Mi casita con cueva en Seseña Viejo

Viento en popa. Luego, de repente, todo terminó. Lo cuento a continuación en Años de prueba

Paisajes encantados

Soy de Estados Unidos, de la región de los Grandes Lagos, cerca de Canadá. Es una tierra fertilísima, con grandes árboles y extensos campos de trigo y maíz. Cultivan allí lo que quieran.

Por eso, llegar a esta región de España y ver sus matorrales y sus cerros secos y calvos me produjo algo así como tristeza. ¿Cómo iba a gustarme? Sus polvorientos caminos, bordados de cardos, me daban pena.

Sin embargo, poco a poco, en mis paseos diarios por sus campos iba conociendo la rica y diversa flora, y al final me enamoré de ella. Y cuando empezaba a pintar, todo me parecía, y me sigue pareciendo, una riquísima creación de la Naturaleza, tan gloriosa como los frondosos bosques y negra tierra de mi nativo Ohio, o más.

Estas son vistas de las afueras de Valdemoro, las que veo en mis paseos diarios. Son mis intentos de captar en pintura la admiración que siento por ellas. Y, con suerte, algo de su majestuosidad y encanto. Sus cardos veo tan orgullosos y nobles como los altos arces de Ohio.

Subiendo el camino hacia San Martín de la Vega
Hacia el este de Valdemoro
Camino en el mes de julio
Campo de trigo en agosto
Charcos
El camino de ciempozuelos en primavera

Me siguen ocurriendo los temas de siempre.

Chica con gato en la ventana
Encuentro en el bosque

A la pintura…

Comencé a pintar.

No me salían mal las primeras pinturas, pero me estaban tan presentes las grandes obras de la historia que yo conocía, que las mías no me podían satisfacer. Y las dejaba sin terminar. Y así durante años. No las firmaba.

Además de los toros,

Encierro con rejoneador

un tema predilecto era el mundo de los niños, del que tuve la fortuna de vivir «como dios». Los paseos en bici por las calles de mi pueblo, las conversaciones con mi madre, la pesca en nuestros bosques encantados…

Embarcando
Guardando la ropa de invierno
Cuna

Pero también me gustaba recordar otras escenas de mi vida y algunas de las grandes obras de la literatura.

Picapedreros en invierno
El taller del escultor
Macbeth consultando con las brujas
Dédalo dando instrucciones a su hijo Ícaro
Don Quijote y Sancho cabalgando

Por supuesto que intentaba captar algo de los paisajes de mi «nuevo» mundo de España.

campo arado en primavera
Subiendo la colina

Pero mis paisajes más ambiciosos llegaron unos años más tarde. Verlos a continuación… Paisajes encantados

Años de prueba

No quiso el destino

No pudo ser. Apareció una extraña dolencia, una contractura de la espalda y cuello que no se me quitaba ni con los medicamentos más potentes ni los masajes más habilidosos. Y tuve que abandonar por completo la escultura e incluso reducir al mínimo mi trabajo de profesor de idiomas. Fueron tiempos muy duros.

Terminamos mi mujer y yo viviendo en esa casa baja y enseñando inglés a los jóvenes y adultos de Seseña y Ciempozuelos. Los dolores no cesaban—tenía que acostarme después de cada clase para intentar relajarme. Aún asi vivía con constantes dolores de cabeza.

Sin embargo, no quería abandonar lo que más me apasionaba en la vida—el arte. Realizé muchos relieves en arcilla, sobre varios temas, con el propósito de hacer moldes para reproducirlos, si no en bronce, que era muy caro, al menos en otro material. Hice muchos experimentos y pruebas pero no llegué a encontrar un material adecuado.

Cita en el café (relieve en escayola)
Esperan los amigos
(relieve en escayola)
Amigos
(relieve en escayola)
Caballo listo
(relieve en escayola)
Pescando desde el puente
(relieve en escayola)
Sueño
(relieve en escayola)

Seguía dibujando. Me gustaba colorear mis dibujos con lápices de colores. Los temas eran escenas o ilustraciones de la literatura, la Biblia, los mitos:

Sancho, has de saber…
Ulises intentando no escuchar a las sirenas
Edén
El sueño de Jacobo
El hombre dando nombres a los animales
El Arca de Noé
El Becerro de oro

Llegó el día en que cogí los pinceles y empecé a pintar. Ver algunos de mis obras en la siguiente página...A la Pintura