Paisajes encantados

Soy de Estados Unidos, de la región de los Grandes Lagos, cerca de Canadá. Es una tierra fertilísima, con grandes árboles y extensos campos de trigo y maíz. Cultivan allí lo que quieran.

Por eso, llegar a esta región de España y ver sus matorrales y sus cerros secos y calvos me produjo algo así como tristeza. ¿Cómo iba a gustarme? Sus polvorientos caminos, bordados de cardos, me daban pena.

Sin embargo, poco a poco, en mis paseos diarios por sus campos iba conociendo la rica y diversa flora, y al final me enamoré de ella. Y cuando empezaba a pintar, todo me parecía, y me sigue pareciendo, una riquísima creación de la Naturaleza, tan gloriosa como los frondosos bosques y negra tierra de mi nativo Ohio, o más.

Estas son vistas de las afueras de Valdemoro, las que veo en mis paseos diarios. Son mis intentos de captar en pintura la admiración que siento por ellas. Y, con suerte, algo de su majestuosidad y encanto. Sus cardos veo tan orgullosos y nobles como los altos arces de Ohio.

Subiendo el camino hacia San Martín de la Vega
Hacia el este de Valdemoro
Camino en el mes de julio
Campo de trigo en agosto
Charcos
El camino de ciempozuelos en primavera

Me siguen ocurriendo los temas de siempre.

Chica con gato en la ventana
Encuentro en el bosque